La segunda parte de la clase fue más dinámica y participativa puesto que en ella mostrábamos nuestros puntos de vista sobre diversos temas cotidianos que nos afectan de un modo u otro y que algunos ni siquiera se planteaban, como los pros y los contras de esta era de la tecnología -donde hemos coincidido en más cosas negativas que positivas-, los peligros que esta presenta y cómo la sociedad usa las herramientas que en un principio el ser humano creó para generar un bien, para, finalmente, dañar a otras personas.
Respecto a este último tema, considero que Internet, como cualquier vía en la que nos movamos, se debe usar bajo nuestros criterios. La falta de privacidad en las redes sociales tales como Instagram, Tuenti, Facebook o Twitter, es algo que nosotros mismos aceptamos asumiendo los riesgos que esto suponga. Publicar la hora, el sitio y lo que estás haciendo en cada momento puede generar peligros tales como el control, los celos o un posible robo en la casa que has dejado abandonada por vacaciones, Desde mi punto de vista, que no es el de un profesional o un psicólogo, esta obsesión por dejar tu huella en Internet es un signo de fobia a la soledad y al rechazo social. Porque todo en la red deja su marca, desde comprar online -que creo que es un avance bastante importante y una comodidad, pero a su vez, vuelve a deshumanizar las acciones cotidianas-, a ver una foto en google imágenes. Todo queda registrado en un historial y en una base de datos. George Orwell se sentiría intimidado por el enorme e intangible "Gran Hermano" que hemos creado.
Internet es una herramienta útil y más frecuente en nuestras rutinas -nuestros hijos nacen con una tablet en la mano, y sus hijos, con un taca taca volador-, pero ¿sabemos dónde está la linea que divide la libertad y el libertinaje? Con Internet se abre una gran caja de Pandora donde nosotros mismos debemos ser conscientes de lo que publicamos y cómo lo publicamos. Aquel anuncio donde la chica corría por los pasillos del instituto porque sus compañeros la acosaban debido a una foto suya publicada voluntariamente en una red social se nos ha olvidado y si no se ha esfumado del todo de nuestra mente, la ignoramos, al igual que muchos obesos ignoran que las hamburguesas del Mcdonalds son peligrosas para su salud. Nos cegamos ante lo que no nos gusta y cerramos puertas que deberíamos dejar abiertas para ver qué es lo que realmente estamos creando.
¿Somos contenido o somos personas?
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